Hoy hablaremos de las filloas, una especie de crêpe pero más fina. ¡Ya me vale! que tenga que explicar un dulce patrio comparándolo con una receta del país vecino, pero hay que ser prácticos. Lo tradicional es comerlas con algo de azúcar o miel, pero también se pueden comer tal cual.
Es una receta sencilla. La masa se hace mezclando los siguientes ingredientes, con ayuda de una batidora: litro y medio de agua, 500 gr de harina, 4 huevos y una pizca de sal
Debe quedar con una textura bastante líquida. La medida para filloas del tamaño de un plato de postre es medio cazo de sopa. Cada vez que hagamos una filloa hay que untar antes la sartén con un trozo de tocino.
Es importante que el fondo de la sartén tenga bastante grosor. Y que esté bastante caliente, a una temperatura media-alta. Pensad que tradicionalmente las filloas se hacían en una piedra.
Dejaremos la masa en la sartén hasta que veamos que el borde empieza a levantarse, al menos un par de minutos. Y una vez dada la vuelta, como son tan finas, apenas con un minuto bastará para que termine de hacerse.
Son deliciosas recién hechas, pero también se pueden comer frías o templarlas metiéndolas un poco en el microondas ¡y están tan ricas! También podemos ponerles nata, caramelo, mermelada y otros siropes. Volviendo a las comparaciones foráneas ¡que acepta todos los toppings de unas tortitas, vamos!
Después se enrollan y ya están listas para comer.
Si os han gustado las filloas, ¡el viernes no os perdáis nuestro post sobre las orejas!
¿Qué os parece la filloa como postre?
¿A partir de ahora una crêpe será algo parecido a una filloa?
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